¿Qué se espera de un líder?

Tradicionalmente, existen determinadas expectativas sobre el líder que es preciso revisar en tiempos de alta complejidad. ¿Debe ser alguien ejemplar, infalible y apartado de sus equipos? ¿Es posible serlo? ¿O acaso es mejor que pueda reconocer qué habilidades necesita desarrollar para cada escenario y trabaje hasta incorporarlas? En este artículo abordaré las creencias más comunes sobre el liderazgo y qué capacidades son vitales de potenciar.  

Pertenencia y acción

Es importante empezar con algunas conceptualizaciones fundamentales. Existen dos tipos de liderazgos basados en el poder. Uno está atado a la estructura jerárquica de una organización, por ejemplo, el gerente de una compañía que toma decisiones sobre los equipos. En este caso, el poder proviene de la empresa.

El otro tipo de liderazgo se basa en el reconocimiento de los demás, donde el poder llega a través de los pares. Por ejemplo, un estudiante que se vuelve espontáneamente referencia para el resto de su curso. Aquí podemos pensar en un concepto que no tiene autor: “El liderazgo no puede describirse, pero lo reconoces cuando lo ves”.

En mi caso entiendo al liderazgo desde dos perspectivas. La primera corresponde a Gilles Pajou, un directivo de una importante multinacional farmacéutica, que dijo: “Liderar es crear un mundo al que las personas deseen pertenecer”. Para ingresar y permanecer deben seguir las propuestas del líder. 

La segunda perspectiva proviene de Otto Scharmer, el creador de la Teoría U, una metodología para la transformación de las personas y las organizaciones. Para este autor alemán, liderar es dar forma a cómo las personas ven y responden al mundo. Aquí no está en juego la pertenencia, sino una acción que modifica cómo se siente la realidad. 

Entre ambas definiciones entiendo que liderar es proyectar futuro y lograr que la organización ponga su tiempo y esfuerzo en crearlo.

No se trata de estar al frente de un grupo porque puedes contratar o despedir a quien quieras, sino de asegurarte de que las personas tengan claros los valores y los objetivos de la empresa. Y sobre todo, que los vivan.

Creencias sobre el liderazgo

La noción de liderazgo está fuertemente asociada al poder y aún hoy persiste la creencia de que el líder debe ser intachable. Por eso, se multiplican los relatos biográficos de personas exitosas desde donde emergen modelos a seguir. Pero el liderazgo es un camino personal que se mide por los logros y por la capacidad de darle la bienvenida al error, simplemente porque significa que se ha intentado algo nuevo.

Otra creencia a revisar es la del líder como una persona apartada del equipo de trabajo. El liderazgo no puede entenderse por fuera de un equipo. Es útil recordar que al hacer los nombramientos para el Senado, los romanos llamaban al elegido “primus inter pares”, es decir, el primero entre los iguales.

El líder debe sentirse y hacer sentir al resto que forma parte para poder compartir la dirección, las metas, los planes y las estrategias. Nunca debe estar afuera y su compromiso permanece en la idea mejora continua trabajando en habilidades claves.

Habilidades claves del liderazgo

Las personas tenemos atributos, aquello con lo que nacemos, y habilidades que podemos aprender a lo largo de la vida. El líder debe potenciar una serie de atributos básicos como:

  • La empatía

  • La generosidad 

  • La autenticidad 

  • La determinación

  • La responsabilidad. 

En adición debe cultivar habilidades específicas del contexto que habita. Por ejemplo, si encabeza un equipo donde el problema es la comunicación y la adherencia a las estrategias, deberá mejorar su capacidad de escucha atenta y conversación.

También puede ocurrir que esté llamado a entrenar su potencial para la resolución de conflictos, ya que muchas empresas están cargadas de altercados que bloquean procesos y dinámicas de trabajo.

El líder debe contar con una postura y una presencia adecuada para gestionar positivamente y acompañar en el camino hacia las soluciones.

La capacidad comunicacional y la de resolución de conflictos entran dentro de las denominadas habilidades blandas, que no llegan naturalmente y son difíciles de cultivar. Lo mismo vale para el manejo del estrés y la inteligencia emocional para abordar distintos desafíos. 

Es clave que el líder reconozca qué estado emocional domina un equipo y cuál es el suyo para intervenir y asegurar que el trabajo se haga. Es muy común pensar que podemos manejar las emociones propias y ajenas, pero la pandemia ha demostrado lo contrario.

Desarrollar estas capacidades precisa de tiempo, paciencia y esfuerzo hasta incorporarlas como nuestros activos personales. Es una de las metas a las que debe apuntar un líder.

Aspiraciones y futuro

Además de apuntar al crecimiento de valor y de las utilidades, las expectativas de un líder deben estar en buscar el bienestar de todas las personas involucradas con su organización.

Necesita de aspirar a más inversión, mejores salarios y buenos negocios para proveedores y para la comunidad en la que vive. Por ejemplo, al intentar que su producción no impacte negativamente en el medio ambiente.

Por sobre todo, el líder debe poder transmitir un futuro sostenible a través de sus acciones. Un buen modo es impulsar prácticas ecológicas en su empresa. Existen otros caminos, pero lo más importante es reconocer que es necesario actualizarse. En plena era digital todo está sujeto a las actualizaciones. 

El autor estadounidense Jim Selman escribió que tenemos que vivir en tiempo real. Ya no podemos ponernos a pensar cómo actuaría Jack Welch o Steve Jobs, sino trabajar en estilos de liderazgo que miren hacia adelante. Porque liderar es siempre crear presente y transmitir futuro. 

 

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